De la Atlántida a Rapa Nui.

martes, 12 de agosto de 2014

Cristianismo y revolución.

"José Gabriel (Condorcanqui, Túpac Amaru II) fue un católico ferviente y sentía que su misión era providencial. No iba a la zaga Micaela Bastidas ni las lideresas de la sublevación. Todas actuaron imbuidas de un acendrado cristianismo.

En un documento español leemos incluso que Micaela 'se jactaba con hipocresía de que era el azote del cielo contra los europeos' (PALACIOS Atard, Vicente. Areche y Guirior. Observaciones sobre el fracaso de una visita al Perú. Sevilla, 1946, pag. 87.).

La sublevación jamás atacó los dogmas católicos, aunque sí, varias veces, la propiedad de la Iglesia. En principio se respetó la alta jerarquía católica, sin excluir al Obispo del Cusco.

Micaela dispuso también que, siguiendo el ejemplo de José Gabriel, las tropas insurgentes usasen una crucecilla como distintivo en los sombreros o chullos 'en señal de verdaderos y buenos cristianos'.

Todo esto no le impidió actuar con dureza contra algunos sacerdotes cuando alinearon al lado de los realistas; en cambio hubo excelentes relaciones con muchos curas de aldea; entre ellos destaca la figura de José Maruri, quien auxilió con hombres, armas y dinero a los alzados.

No se excluyen estas actitudes radicales con el cristianismo. No olvidemos que fueron los principios iniciales del evangelio los que guiaron, en buena medida, a los alzados. La defensa de los pobres y el ataque a los ricos es base doctrinaria de las etapas aurorales de la religión cristiana.

Por lo demás, para ese tiempo, el siglo XVIII, varias eran las insurrecciones sociales que habían tomado como inspiración los iniciales principios del cristianismo; la de los husitas de Bohemia quizá sea la más célebre de todas.

De allí que no puede extrañar que aquí como en otras partes y épocas un catolicismo militante no chocase con las más profundas transformaciones sociales; más bien, se inspiraban en el amor a los pobres y en un elemental sentido igualitario de justicia".

Extraído de: VEGA, Juan José. Micaela Bastidas y las heroinas tupamaristas. Separata de la revista Administración Educativa. Ediciones Universidad Nacional de Educación. Lima, Perú. 1971.

Comentario: Desde que el cristianismo occidental se contaminó con las ideas relativistas de la Ilustración masónica, ha perdido la fuerza de siglos anteriores y eso lo ha herido, quizá de muerte, en la Europa que durante siglos fue su centro. Se habla mucho de dar la otra mejilla pero poco de defenderse y defender a los que comparten tu fe. Y a consecuencia de esto, las naciones "cristianas" miran con indolencia o indiferencia el genocidio cometido contra nuestros hermanos cristianos sirios e iraquíes por parte de musulmanes. Los han abandonado en nombre del buenismo y de un supuesto "el islam no es el problema, solo es un grupete de fanáticos el que causa problemas" que ha costado y sigue costando muertes, violaciones y torturas de hombres, mujeres y niños. El cristianismo debe recuperar su fuerza guerrera y luchar por su supervivencia.

Aún recuerdo las palabras del imán de la mezquita de Tacna en 2006. En una tarde de conversación mencionó a los sufíes de forma despectiva por su pacifismo. "Esos no son musulmanes, son otra religión contaminada por el cristianismo. ¿Qué quieren? ¿Volvernos así y que mientras nos invaden nosotros sigamos tejiendo y rezando hasta que nos maten?". Por lo visto, el barbón Mahmoud Alí la tenía clara y los líderes religiosos musulmanes que guardan silencio cómplice ante los asesinatos realizados teniendo como base su libro "sagrado", también.

No hay comentarios:

Publicar un comentario