De la Atlántida a Rapa Nui.

sábado, 17 de mayo de 2014

Una vida tranquila en medio de la simplicidad.

La tranquilidad en las áreas rurales, donde el ser humano no ha vendido su calma interior por un poco de tecnología y exacerbación viciosa de los sentidos, es la misma, ya sea que se esté en un poblado de los Andes, en un desierto del norte de África (hace un momento leía sobre un tuareg que viajó a estudiar a la Universidad Montpellier de Francia y escribió un libro sobre cómo añoraba la calma de su vida anterior, en contraste con el estrés del "Primer Mundo") o en alguna región no muy urbanizada del este de Europa, donde ésta entra en paulatina y armónica unión con Asía, sin necesidad de pedir permiso a los geógrafos o políticos para que definan dónde termina o empieza cada una.

Eso (tranquilidad y unión de mundos) es lo que sentí cuando observé esta foto. Corresponde a un lugar del distrito de Florești, en Moldavia. La vivienda excavada en la roca y pintada de blanco luminoso, la cruz en la pared, la pequeña escoba y la "cama" también excavada en la roca y cubierta por una tela colorida (muy similar a las que utilizan nuestros hermanos de los Andes), nos hablan de una vida carente de monedas, pero rica en tranquilidad, amor, sabiduría, contacto con la naturaleza y espiritualidad, bienes que nunca podremos comprar pero sí buscar, recibir y regalar.

Foto: Sergey Bulanov.

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